CAPÍTULO 1: Primera contradicción: No más izquierdas ni derechas

Últimamente los días son más cortos de lo que deberían y el agobio por no tener tiempo material para hacer todo lo que quiero hacer me desespera. Últimamente me veo canas y creo que es porque los días de 24 horas me están empezando a agobiar un poco. Hoy, a las dos de la mañana, he cogido el libro de Juan Carlos Monedero titulado Curso urgente de política para gente decente con el fin de echarle un vistazo; diez minutos leyendo y ya me he enganchado. Tommy te levantas en cuatro horas y todavía no te has acostado, me dice una vocecilla inteligente que vive dentro de mí, pero las frases brillantes del libro de Juan Carlos me invitan a abrir el ordenador y escribir, aunque sea para repetir lo que dicen él, Pablo o Íñigo.

Me he propuesto hablar sobre lo que nos une más que sobre lo que nos separa a la gente decente. Me he propuesto convencerte (y lo voy a conseguir) de que tú y yo, que nos podemos considerar de izquierdas y de derechas respectivamente, tenemos más en común como ciudadanos o trabajadores que con los que dicen representarnos. Por ello tenemos que estar unidos por una ideología nueva y que mire al futuro y no separados por ideologías del pasado que ya no nos representan ni a ti ni a mi y que la casta política y financiera, a los que llamaré los poderosos, utiliza para separarnos.

En resumen, tú y yo tenemos muchas cosas en común pero los poderosos nos han engañado. Nos han dicho que yo soy de izquierdas y que tú eres de derechas y nos han dicho que ellos están enfrentados también, que unos son de izquierdas y otros de derechas, así que yo que soy de izquierdas tengo que votar a unos que se llaman PSOE y tú que eres de derechas a otros que se llaman PP (Cánovas y Sagasta los llaman otros).

Fíjate, te diré que llevaban razón, que esa distinción seguía teniendo sentido a lo largo y ancho de todo el siglo pasado. La diferenciación entre la izquierda y la derecha se empezó a utilizar como bandos políticos en la Revolución Francesa, cuando en la Asamblea Nacional los girondinos se sentaron en la derecha de la bancada y los jacobinos en la izquierda (entre los revolucionarios unos eran más conservadores -girondinos- y otros más "echaos pa´lante" -los jacobinos-). Y así quedaron marcados los términos que se han perpetuado desde 1789 hasta nuestros días. En el siglo XX los términos izquierda y derecha cobraron toda su fuerza, todo su fulgor y toda su totalidad y brillantez pero ahora hay que mirar al futuro, ahora que la izquierda (que ya no es ni social) y la derecha (que ya no es ni patriota) nos han vendido a toda la ciudadanía en su conjunto. Y digo que nos han vendido porque cuando los que nos considerábamos de izquierdas votamos a Zapatero en la segunda legislatura no imaginábamos que nos vendería a los mercados con esa reforma exprés de la Constritución y cuando la derecha votasteis a Rajoy porque no iba a subir los impuestos, porque iba a crear puestos de trabajo y otras cincuenta mentiras más, no pensasteis que le fuese a vender el país a los bancos mediante el pago de una deuda ilegítima. No pensasteis que el PP de Madid fuese a vender la sanidad pública a empresas privadas y extranjeras, no pensasteis que el paro seguiría creciendo hasta un vergonzoso y aterrador 26% gracias a una reforma laboral que en vez de defender a los ciudadanos y a su trabajo defendió el derecho a despedir más fácil y barato.

La gente que votamos a Zapatero o a Rajoy tenemos muchas más cosas en común entre nosotros que con nuestros antiguos y poderosos representantes. Para empezar todos queremos a nuestro país, vibramos con sus triunfos (deportivos o económicos) y nos gusta presumir de nuestro país cuando es la élite en algo (el Ave, las energías renovables, los triunfos deportivos...). También tenemos en común que estamos en manos de los poderosos y que sus decisiones nos alcanzan con la misma fuerza por eso tenemos que hacer frente común todos juntos. Tenemos en común que no somos ricos, que si queremos algo como un coche, una casa o montar un negocio tenemos que pedir un préstamos al banco y ser esclavos de esa deuda, pues no puedes parar a descansar mientras ellos claro que pueden comprar lo que quieran a nuestra costa y sin necesidad de pedir préstamos. Tenemos en común que somos esclavos de deudas y que no podemos muchas veces ni abandonar el hogar de nuestros padres. Tenemos en común nuestros orígenes humildes y el sentido común que caracteriza a la gente buena y a nuestros padres y abuelos. Tenemos en común que los recortes sociales nos frustran y nos afectan igual seamos del PP o del PSOE, ¡tenemos en común tantas cosas! Ahora pregúntate ¿qué tienes en común con Rajoy o con Zapatero? ¿Tu sueldo, tu casa, tus privilegios? Míranos, nos han dividido pero somos lo mismo, somos los de abajo que representan a la decencia y ellos son los poderosos, que han perdido la vergüenza y actúan impunemente sin ningún pudor.

La clave es que los poderosos de derechas dicen representar a todos los de derechas y los poderosos de izquierdas a todos los de izquierdas, pero en la realidad se representan a ellos mismos, a sus beneficios y a sus intereses haciendo política para las grandes corporaciones que despiden españoles a diestro y siniestro. Así pues los ciudadanos decentes tenemos que ser representados por gente que sea como nosotros, no por políticos sino por gente que haga política, algo que he aprendido de las palabras de Pablo Iglesias, cuyo sentido común es grande.

Con este dibujo hasta un niño lo entendería, somos lo mismo, somos el mismo estrato social y nos siguen dividiendo en lados.

Así es como representan a la sociedad en un esquema mental preconcebido para dividirnos:

Y así es como en realidad se divide la sociedad actualmente:


¿Por qué queremos seguir divididos en izquierda y derecha si los poderosos están subyugando a los decentes? Os preguntaréis cual es la base común que une a esa gran mayoría social. Pues no puede ser otra que la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Nadie que se acerque a sus artículos podrá negar la razón y el sentido común de esta declaración, con frases ejemplares como el artículos 3: "todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona". El respeto a los Derechos Humanos y a la madre Tierra han de ser la base de una política responsable y que quiera mirar al futuro en el siglo XXI.

Por último hay que señalar que este cambio de mentalidad lo tiene que hacer la gente joven. Comprendo que la gente que vivió la transición e incluso el franquismo no pueda renunciar a sus ideales (que a lo largo de sus años se han convertido en creencias positivas). En aquel tiempo los conceptos izquierda y derecha tenían sentido pero ya no. Al igual que comprendo a un anciano que ha perdido a su mujer y que jamás rehará su vida con otra porque el amor que siente ya es viejo e infinito, puedo comprender que personas ya adultas que han vivido los años 60, 70 u 80 no comprendan que haya que renunciar a los conceptos de izquierda y derecha para seguir adelante. Sí, es totalmente aceptable; pero los jóvenes tenemos que conseguirlo, tenemos que ser mayoría social y ser cambio y ser dicha. Está en nuestras manos y no solo lo estamos intentando, sé que lo vamos a conseguir tarde o temprano.


Comentarios

  1. Un problema: la derecha SON los poderosos que hay que derrotar. Este tipo de lenguaje populista, el del "descamisado" peronista, es poco más que recuperar ideas fascistoides, cosa normal con una persona que apoya sin tapujos el régimen venezolano. Últimamente, por ejemplo, me dijeron que Venezuela es fascista, a diferencia de Cuba que no lo es a pesar de ser más dictatorial. Es verdad eso, ya que el fascismo es un populismo que aprovecha de una "unidad nacional" versus los "enemigos foráneos" como lo puede ser el imperialismo estadounidense. A esos "enemigos" se les achaca siempre los males internos del país, incluso en casos en que objetivamente no tienen nada que ver.

    Cuba es la verdadera víctima del imperialismo estadounidense, pero no es fascista porque ciertamente adopta la idea que existe una lucha de clases, una pugna interna que la potencia extranjera puede aprovechar, pero es un factor sistémico.

    Busco los mejores entre nosotros para representarnos. No quiero un movimiento de "descamisados" que hubo durante el peronismo argentino. Si es eso lo que Monedero propone, estoy en contra. A eso no me uní a Podemos, ya que Podemos creo yo es una solución relativamente temporal. Su objetivo es movilizar a la ciudadanía, en ideales propias de la izquierda, no de la derecha cuyo objetivo es mantener ideológicamente los privilegios conservadores y dogmáticos del sistema socio-económico que nos domina.

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